Este verano oinciendo con el estreno de Jurassic Word: El Reino Caído, veia un tweet con este impresionate cartel
Para atraer más público, los exhibidores clandestinos decidieron comenzar a hacer publicidad de sus sesiones. Ante la imposibilidad de conseguir carteles oficiales de las productoras, optaron por contratar a artistas locales para que pintaran grandes carteles, habitualmente al óleo.
Antes de pintar el cartel el artista solía ver la película, aunque en algunos casos simplemente se la contaban a grandes rasgos. En muchas ocasiones incluían tremendos spoilers- Como artistas publicitarios que eran, intentaban que la película fuera lo más atractiva posible y dibujar un monstruo terrible, un superhéroe o una chica ligera de ropa eran garantía de una larga cola en taquilla.
A mediados de los años 90, con la llegada masiva de aparatos de vídeo y el mayor alcance de la televisión, el negocio del cine ambulante comenzó a declinar en Ghana. Con la reducción de los beneficios, terminó la fabricación artesanal de carteles.
A continuación os dejo una muestra de alguna de estas muestras de arte, y en sucesivos post os mostrare más.
Gracias a Google imágenes pude averiguar que se trataa de la versión casera hecha en Ghana para el estreno clandestino del Jurasic Park de Spilberg. Si el cartel era impresionante, la historia que hay detrás lo era mucho más.
Ghana de los años 80 la televisión no llegaba a todo el territorio y casi nadie tenía (ni soñaba con tener) un reproductor de vídeo. Esto facilitó la creación de una pequeña industria de la distribución y exhibición de películas clandestina de espaldas a las productoras de cine.
Estos pequeños ‘cines’ ambulantes, que tenían nombres tan pomposos como Rolls Royce Video, Pall Mall Video o 007 Video, viajaban de pueblo en pueblo en una furgoneta equipada con una televisión, un reproductor de vídeo y algunas cintas en las que se mezclaban grandes éxitos de taquilla con pelis de la serie Z más rabiosa provenientes de la India, Nigeria o China.
Las condiciones en los pueblos solían ser tan precarias que estos emprendedores se veían obligados a llevar también un pequeño generador portátil para no depender de las deficientes redes eléctricas. Las proyecciones se organizaban por el día en clubes sociales y al aire libre durante la noche.Para atraer más público, los exhibidores clandestinos decidieron comenzar a hacer publicidad de sus sesiones. Ante la imposibilidad de conseguir carteles oficiales de las productoras, optaron por contratar a artistas locales para que pintaran grandes carteles, habitualmente al óleo.
Antes de pintar el cartel el artista solía ver la película, aunque en algunos casos simplemente se la contaban a grandes rasgos. En muchas ocasiones incluían tremendos spoilers- Como artistas publicitarios que eran, intentaban que la película fuera lo más atractiva posible y dibujar un monstruo terrible, un superhéroe o una chica ligera de ropa eran garantía de una larga cola en taquilla.
A mediados de los años 90, con la llegada masiva de aparatos de vídeo y el mayor alcance de la televisión, el negocio del cine ambulante comenzó a declinar en Ghana. Con la reducción de los beneficios, terminó la fabricación artesanal de carteles.
A continuación os dejo una muestra de alguna de estas muestras de arte, y en sucesivos post os mostrare más.