Robert Eggers se ha convertido por derecho propio y con tan solo dos películas en uno de los directores más reconocidos del terror independiente. Ahora nos llega su tercera película que cuenta con un mayor presupuesto lo que la convierte (sin ser un blockbuster) en su película mas comercial que nos llega con una potente campaña comercial.
La película nos cuenta la historia de un niño hijo de un rey vikingo que ve como su padre es traicionado y asesinado, el consigue huir y jura que se vengara. Años después ese momento ha llegado.
Eggers nos muestra en mundo vikingo en su faceta más brutal y salvaje, con escenas cargadas de violencia explícita y sin cortarse un pelo a la hora de masacrar infantes, aunque eso si, siempre lo hace fuera de cámara. El tratamiento visual es una auténtica virguería, tanto en espectaculares planos como en color, creando una atmósfera inquietante y que nos adentra a está época tan brutal y cruda, pero que no deja de lado su lado más bello y onírico, sus dioses y su grandeza.
En mi opinión la película se larga demasiado, teniendo momentos que sufre un gran bajón rozando el aburrimiento. Los momentos oníricos aunque visualmente son espectaculares son muy reiterativos y cortan mucho el ritmo. Muy destacables todas las actuaciones pero sobre todo una hipnótica Anya Taylor-Joy.
Por otro lado, la violencia que era uno de los elementos que se nos vendía , aunque vemos peleas, violencia, sangre la mayoría de actos los intuimos o escuchamos pero no se muestran de forma explicita.
En resumen, una película que aunque me ha gustado , se ha quedado lejos de las expectativas que me había creado por su director y temática