Cuando llega el verano, suben las temperaturas, se acorta la ropa y los tiburones pueblan la pantalla, ya sea la grande o la pequeña. En este caso, llega a los cines , de forma sorprendente, esta serie B.
La película se sitúa en el Golfo de México donde una familia de Estados Unidos van por motivos de trabajo del padre, que se tiene que encargar de desmantelar una plataforma petrolífera. A l llegar a esta se quedaran asilados junto a algunos operarios al recibir el ataque de un tiburón de gran tamaño y ¡Color negro!!
Estas producciones se suelen caracterizar por dar una característica especial al tiburón para darle un supuesto toque diferencial (un tamaño descomunal, tener varias cabezas, trasladarse dentro de tornados ser fantasmas y un largo etcetera) , que además provocara las escenas más destacables. En este caso esto se lo da que se trata de un tiburón de color negro y también su origen. Pero a diferencia de la mayoría de casos, esto aporta poco a la película, ya que el tiburón aparece en muy pocas ocasiones y además lo hace con un CGI cutre que le hace variar de tamaño entre una aparición y otra. Si en una película de tiburones, este aparece poco mal vamos, pero si le sumas que donde aparece la tensión y acción no funcionan bien la cosa empeora, le añadimos que entre una aparición y otra tenemos a gente hablando intentando ejercer de chapuzas y hablando y hablando, mientras nos ofrecen primerísimos planos de objetos que después serán importantes (oye espectador fíjate en esto) el aburrimiento esta garantizado y además dura 100 minutazos. Como el director, que hizo la muy entretenida Vacaciones en el infierno en este caso tiene muchas pretensiones y muy pocas ganas de trabajar añade mensaje ecologista y final entrañable que no la hacen salir de la mediocridad.
En resumen, una película muy muy aburrida, que no se salva ni para reírse con ella como si pasa con sus "primas" de Asylum. Esperemos que Meg 2 arregle el verano escuálido.